En el ámbito religioso debe haber un día de descanso, y se debe dedicar a Dios. Para los judíos es el sábado, para los musulmanes es el viernes, y para los cristianos es el domingo. Algunos budistas descansan cada cuarto de luna (luna llena, luna nueva, y los cuartos de luna).

Mi día sabático lo he descubierto durante la cuarentena, lo muevo conforme a mis circunstancias, y es mas familiar que devocional. Normalmente es los viernes, porque es el día que mi madre viene a casa para quedarse el fin de semana, y viene con mi hermana y mi sobrino. Estos días de cuarentena vienen pocas visitas, pero a veces nos acompaña una prima muy querida con su hijo.

El día lo comienzo limpiando la casa. Si hay algo que va a tardar en cocinarse, lo hago en paralelo con las tareas de la cocina. El trabajo de limpieza que se hace en este día resuena con el trabajo de limpieza interior. Se barre y sacude tanto la suciedad material como la espiritual.

No hay dogma en este acercamiento al día sabático. Si se tiene que trabajar en la computadora, se trabaja sin apuro alguno. Si la familia llega el jueves, el día sabático se mueve al jueves. Es algo que ha surgido espontáneamente, y disfruto de la sensación de cambiar el énfasis en el tipo de trabajo que se hace ese día.

El sábado y el domingo no los trabajo enteros, normalmente me levanto temprano y tengo unas dos o tres horas de trabajo . Mi madre prepara el desayuno y luego hacemos algún pendiente como ir al súper o reparar algo de la casa. Entre quehaceres compartimos alguna lectura que nos resulte interesante a ambos. Uno puede estar lavando los trastes o pintando mientras el otro lee en voz alta. En la familia somos demasiado inquietos como para sentarnos a ver una película o un documental, además de que no hay televisión en esta casa.

Parte de la sencillez de nuestra rutina de fin de semana viene de la cuarentena, llevamos ya cuatro meses de semáforo rojo en Puebla y esto nos ha obligado a permanecer los fines de semana en casa. Antes de la cuarentena íbamos a algún un museo o hacer alguna actividad que es una logística estresante cuando hay niños pequeños involucrados. Había que gastar dinero.

“Accept constraints willingly” decía Charles Eames. No hay nada más inútil que desear estar donde uno no está. De desear ser lo que uno no es. De hacer lo que uno no puede hacer. De tener lo que uno no tiene. Sólo cuando llega esta aceptación puede uno disfrutar del presente.