El mes de julio y agosto escribiré mis bitácoras de trabajo en español. A muchos habitantes de la península ibérica les encabrona que llamemos español a esta lengua que tenemos en común, “su nombre es castellano”, corrigen. Esto lo concedo cuando escribo en el dialecto ibérico del español (el castellano), pero como ahora estoy viviendo en México pues que chinguen a su madre escribo en el dialecto local. Cuando me encuentre en aquella tierra (sagrada para mi) hablaré y escribiré en castellano.

¿Por qué lo hago?

René Galindo y su servidor hemos estado usando blank.page como un editor de texto para dos cursos online de escritura. Lanzamos estos cursos sin anunciarlos porque no hacía falta publicitarlos, y también porque estábamos validando la idea.

La idea resultó ser válida.

Al terminar el último curso que organizamos, Escribir para reir en serio impartido por Ricardo Chávez Castañeda, nos propuso un ejercicio veraniego como puente para la segunda edición del curso que vendrá en septiembre: “escriban un diario usando el humor como clave, cada dos semanas me pueden enviar una entrada y yo se las puedo comentar, sin costo alguno”.

Pensé “ahhh que idea tan chida! Si ya escribo mis bitácoras de trabajo en inglés, lo único que tengo que hacer es cambiar a español, meterle un poco de humor, y cada dos semanas enviársela a Richie”. Y en esas sorprendentes sinergias que suceden cuando el patrón de patrones te manda manda a fluir por laderas secas durante años, Javier Cañada hizo mención de un artículo que escribí hace cerca de diez años: experimentos con exceso de cafeína.

Cuando me leí, no pude sino sorprenderme de cómo estaba escrito, esto envejeció un poco mal, pensé:

cafe.png

Pero luego fue lo que más risa me dio! La sociedad ha cambiado tanto que ahora es políticamente incorrecto escribir esto, y eso lo hace más gracioso ahora que cuando fue escrito. Ya no sabía si había envejecido para bien o para mal. Es humor adolescente (todo el acto de tomarme un venti lleno de shots lo es!), y me siento cómodo dejándolo ahí para la posteridad. Viene de una parte inmadura de mi, pero lo inmaduro también es maravilloso, como cuando un niño dice algo que los adultos evitan decir por convención social.

La tarea espiritual, entonces, es retomar la clave humorística con un tono más maduro. Lo haré primero en español porque es lengua latina, y los romanos eran unos chicanos. La segunda tarea espiritual será la alquimia interior de lograr la unicidad del alma latina con el alma anglosajona. Lograr un humor universal. Hasta entonces:

Estne volumen in toga, an solum tibi libet me videre?

¿Es eso un pergamino en tu toga, o sólo te alegras de verme?