Ayer me reuní con Javier Cañada y tocamos el tema de procurar no introducir léxico foráneo al castellano. Javier tiene el tema bastante desarrollado, y espero que algún día se anime a ponerlo por escrito. A mí, en lo personal, me parece una constraint limitante que hace la práctica del lenguaje más interesante. Si alguien escribiese durante toda su vida exclusivamente en castellano, le animaría a aderezar sus escritos con alguna palabra foránea. Aunque, a decir verdad, cuando me topo con alguien introduciendo francés o latín, pienso pinche mamador.
El inglés, sin embargo, lo tengo tan interiorizado que en el transcurso de nuestra charla me costaba trabajo no salpicar mis frases con algún anglicismo. Nuestra conversación no era lo suficientemente técnica como para justificar el uso de palabras en inglés, y sin embargo me sorprendía tropezándome en cada tercer enunciado. La limitante me obligó a notar cuánto usaba el inglés en mi habla cotidiana.
“Quizás experimente con escribir mis logs en español”, le dije a Javier, “puede ser un ejercicio interesante”. Y sí, lo es. Es como otra voz que se me había olvidado que tenía. Aún no decido que hacer con ello, pero quizás lo ejercite un poco más en el futuro.